Reflexión

Iglesia escandalizada

Iglesia escandalizada

Una iglesia que se escandaliza genera islas de incomunicación. Es suficiente ver las redes sociales para entender la polarización y el narcisismo que se vive actualmente. Imagina ahora presentar una opinión contraria de una manera escandalosa, arbitraria y, en ocasiones, burlona. En lugar de incentivar el diálogo, las diferentes reacciones que se generarán serán una bola de nieve de odio y rencilla.

La hospitalidad en la Biblia

La hospitalidad en la Biblia

¿Por qué es tan central al ministerio y mensaje de Jesús la mesa? La mesa no es un atrezo insignificante en la historia, sino el medio de comunión con Dios y los demás. En parte, las Buenas Nuevas son que Dios es nuestro anfitrión benévolo y nos ha invitado a todos, sin importar nuestro estatus o antecedentes, a convivir con Él y con los otros redimidos hoy y para siempre.

La responsabilidad social de la iglesia

La responsabilidad social de la iglesia

El cristiano debe participar en lo social y polí­tico para tener una influencia en el mundo, no con la esperanza de hacer de este un paraí­so sino simplemente para hacerlo más tolerable. No para disminuir la oposición entre este mundo y el Reino de Dios, sino simplemente para modificar la oposición entre el desorden de este mundo y el orden de preservación que Dios desea para él. No para "traer" el Reino de Dios, sino para que el Evangelio pueda ser proclamado, para que todos los hombres oigan realmente las buenas nuevas.

Los dones y el servicio

Los dones y el servicio

Si ya pudimos distinguir que los dones que Dios otorga, son un regalo de Él y que deberían ponerse al servicio de su Reino, llegamos a la conclusión de que deberían ser un factor de unidad dentro del cuerpo y no uno que marque sustanciales diferencias. La Iglesia que no puede tener una participación solidaria entre sus miembros, no es una Iglesia que glorifica a Dios. 

Vidas como relámpago

Vidas como relámpago

La iglesia tiene que salir al mundo, viviendo vidas que glorifican a Dios, y compartiendo el mensaje de salvación. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, esperando que el mundo venga a golpearnos la puerta. No, tenemos que salir. La iglesia tiene que salir de sus edificios, salir de sí misma, para tocar este mundo necesitado.