La imaginación cristiana y la misión integral

La imaginación cristiana y la misión integral: recuperando una rica y profunda tradición histórica

Cristo en el desierto por Iván Kramskoy

Cristo en el desierto por Iván Kramskoy

El siguiente ensayo fue publicado en la Revista de la Asociación Bíblica Universitaria Argentina (ABUA). No 1, Año 2017. 

La imaginación cristiana y la misión integral:
recuperando una rica y profunda tradición histórica

 

Jonathan Hanegan

Buenos Aires, Argentina

 

Mi pueblo se va muriendo por falta de conocimiento.
Por haber rechazado el conocimiento, yo te rechazaré de mi sacerdocio;
por haber olvidado la Ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.

 

Oseas 4:6 BJ

 

            En una época de la historia, hombres y mujeres espirituales huían de la iglesia hacia el desierto en búsqueda de un encuentro con Dios. La iglesia estaba llena de personas corruptas y estaba más al servicio de la política imperialista de Roma que del reino de Dios. La decadencia de la iglesia dio lugar al nacimiento de nuevas comunidades monásticas. Creo que la iglesia actual experimenta una decadencia similar. Sin embargo, la respuesta a la «falta de conocimiento» y conexión con Dios no es salir al desierto para tener un real encuentro con Dios. Debemos, más bien, en nuestras comunidades de fe, detenernos a apreciar y contemplar la tradición cristiana que nos entrega 2.000 años de experiencia con Dios.

            El cristianismo es considerado una «religión histórica» porque está basado en hechos verídicos: la creación del mundo, el pacto de Dios con Abraham, la encarnación, la vida, muerte y resurrección de Jesús, el nacimiento de la iglesia, etc. Esto quiere decir que Dios, desde antes de la creación del mundo, ha obrado para que lo conozcamos y para que lleguemos a participar en el amor redentor de la Trinidad. El canon cristiano está cerrado por la tradición eclesiástica y por el consenso de los creyentes. Sin embargo, Dios sigue revelándose, sigue obrando y sigue redimiendo este mundo.

            Nosotros, los cristianos de América Latina somos dichosos porque tenemos no sólo la tradición canónica (la Biblia con sus 66 libros) pero tenemos más de 2.000 años de tradición cristiana que se ha manifestado en la vivencia de la fe del Dios de Jesucristo.

            No obstante, pareciera que viviéramos negando la tradición cristiana que heredamos de nuestros antepasados. Por un lado, entiendo. Yo también rechazo algunas prácticas históricas de cristianos de otros países y de otras épocas. No debemos aceptar cualquier enseñanza o práctica que ha sido denominada «cristiana». Debemos discernir cuáles tradiciones tienen fundamento en las Escrituras y en la vida de la iglesia primitiva para que no seamos engañados por fábulas o ideas erróneas. Aún así, pareciera que el cristianismo histórico tuviera poco valor para los cristianos de hoy. En parte, somos víctimas de este engaño porque pertenecemos a pueblos y a una época con poca memoria histórica.

            Vemos un panorama de la iglesia actual: en algunos casos, hemos reducido la Palabra de Dios a un manual, una guía para la vida cristiana. Y hemos reducido el evangelio de Jesucristo a buenos consejos para saber cómo escapar ilesos del castigo eterno y vivir una vida no corpórea en el más allá. Nuestras alabanzas se han vuelto palabras huecas, vacías de contenido bíblico y con un banal sentimentalismo que avergonzaría a cualquier de los antiguos salmistas de Israel. Nos hemos abandonado a  la filosofía del pragmatismo, ignorando la lógica del reino de Dios que anunció el mismo Jesús. Cuando por fin acudimos a la mesa del Señor lo hacemos de manera apurada y mecánica. Y los pastores han logrado mayor protagonismo que las oraciones, la lectura pública de la Palabra y la voz profética que clama por la justicia del reino de Dios.

            ¿Por qué estamos como estamos? A mi criterio es porque falta más imaginación; imaginación inspirada e impulsada por la vida y obra de Jesucristo. Estamos como estamos porque compramos lo que se nos vende. Tenemos que agregar más instrumentos, luces y hasta pirotécnica porque ya la letra de las alabanzas no nos conmueve. Buscamos dar vueltas y hasta llegar a un estado de trance como chamanes porque es más fácil «experimentar a Dios» así que ser personas santas que demuestran el fruto del Espíritu Santo. Estamos como estamos porque preferimos cantar el último éxito en la radio o asistir a los espectáculos cristianos en estadios antes de dejarnos formar por la meditación profunda y prolongada de las Escrituras.

            ¿Nos gustaría recuperar la fuerza de la imaginación profética[1] de la iglesia primitiva? ¿Nos gustaría volver a deleitarnos no sólo en Dios y en su Palabra mas también en la vida centrada en Cristo Jesús? Debemos ahondar en la tradición histórica del cristianismo que nos pertenece como herederos legítimos de la fe.

            Antes de poder salir del lugar incierto donde nos encontramos, debemos tomar a pecho varias consideraciones que nos ayudarán a remediar las causas que nos han llevado hasta aquí:

·      Debemos reconocer que no somos animales ni tampoco somos homo sapiens, somos seres que viven porque desean y aman. Es por eso que el mandamiento mayor no es un mandato para creer o pensar sino para amar a Dios y al prójimo con todo nuestro ser. Por eso, más allá de convencer a la gente, también debemos saber que Dios quiere conmover a la gente pero no sin el uso de la mente.[2]

·      Debemos reconocer que la encarnación de Jesús desmiente rotundamente el dualismo platónico que niega que pueda haber algo bueno que sea materia. Jesús fue 100% hombre y 100% Dios, fue humano y santo. Ya no podemos hablar de «salvar almas» sino de anunciar las buenas nuevas del reino de Dios a personas que son una combinación mística de alma y cuerpo.[3] 

·      Debemos reconocer que el evangelio no son buenos consejos y que no se comparten las buenas nuevas usando el mercadeo. El evangelio es el anuncio de lo que ha hecho Dios en Jesucristo, un llamado a actuar en base de lo acontecido y una esperanza presente y futura por lo que habrá de suceder en el día postrero.[4]

·      Debemos reconocer que la mayoría de la literatura y música cristiana que se vende hoy en día no vale ni medio al lado de lo que se ha escrito en 2.000 años de vivencia cristiana. Somos presas fáciles de la moda y del mercado cuando pretendemos reinventar la rueda respecto la fe cristiana. El antiintelectualismo de la iglesia evangélica a nivel mundial sólo ha perjudicado la fe y de manera crítica a los jóvenes que quisieran cultivar su mente a la par de su fe.[5]

¿Cuál es el santo remedio para nuestro mal? ¿Cómo hacemos para agrandar nuestra imaginación y llegar a las profundidades de la fe cristiana?  

            Volver. Hay que volver primero a la Biblia y luego a lo que se llama «el tercer testamento»: las obras espirituales de los cristianos y las obras no cristianas que, a pesar de no ser cristianas, ensayan la historia de la salvación.[6] La literatura universal nos ayuda a imaginar otro mundo posible, a ver el mundo con otros ojos.[7] También podemos volver a la buena poesía. Los profetas bíblicos eran poetas porque no sólo pretendían relatar un mensaje sino tocar al corazón del pueblo.[8]

            Debemos volver al himnario cristiano de todas las edades desde los salmos y hasta obras más recientes para encontrar la riqueza y la profundidad que anhelamos. Debemos volver al arte cristiano. Sí, al arte. Los cristianos ortodoxos que utilizan al arte como una herramienta para meditar y orar saben los peligros de la idolatría y por eso, no caen en la trampa. El arte puede ayudarnos a entender algo acerca del amor de Dios y el costo de seguir a Jesús que las meras palabras no pueden.

            Dejemos la papilla que es Hillsong y deleitémonos alabando al Señor con las Odas de Salomón.[9] Dejemos de lado los devocionales que predican el evangelio de la prosperidad y seamos desafiados por las obras de Tomás de Kempis, Bernardo de Claraval y de autores más contemporáneos como Henri Nouwen, Jean Vanier y Eugene Peterson.[10] Dejemos los memes cristianos de las redes sociales para contemplar las obras de Caravaggio, El Greco, Rembrandt y tantos otros artistas que supieron capturar la verdad de la Palabra en imágenes.[11] Dejemos las prédicas en YouTube y tantas controversias actuales para invertir más tiempo en el estudio de la vida de Jesús y de la iglesia primitiva.[12]

            El discipulado es la última aventura que le queda a los mortales.[13] Sería muy lamentable andar por la vida negando la gran nube de testigos que no sólo nos animan sino que, de alguna forma, caminan con nosotros (Hebreos 12:1-14). No somos los primeros en sufrir, Job sabía algo de eso. No somos los primeros en maravillarnos ante Dios, los salmistas y los muchos poetas cristianos también sabían algo de eso. No somos los primeros en ser rechazados y maltratados por seguir el camino de Jesús, también los profetas sabían como es. El único testimonio que tenemos de como Dios interactúa con la humanidad no termina en las últimas palabras de la revelación del Apóstol Juan. Dios continua obrando en nuestro mundo.

            Alegrémonos porque hemos recibido una rica herencia que puede enriquecer nuestras vidas y enseñarnos cómo mejor andar en los pasos de Jesús. No sigamos ignorando nuestros antepasados como si no tuvieran nada que decirnos. No sigamos estando más pendientes de los últimos bestsellers cristianos cuando existe literatura comprobada por siglos de tradición que nos puede acercar a Jesús. Busquemos no sólo dejar un legado para futuras generaciones, sino entender el legado que hemos recibido por la gracia de Dios.

 

[1]El concepto de la imaginación profética viene de la obra de Walter Brueggemann. (2001). The Prophetic Imagination. 2da ed. Minneapolis: Fortress Press.  

 

[2]Smith en su obra traza una antropología teológica en que busca entender quién es el ser humano a la luz de las Escrituras. James K.A. Smith. (2009). Desiring the Kingdom: Worship, Worldview, and Cultural Formation. Tomo I. Grand Rapids, MI: Baker Academic. y (2013). Imagining the Kingdom: How Worship Works. Tomo II. Grand Rapids, MI: Baker Academic.

 

[3]La misión integral articulada por los miembros fundadores de la Fraternidad Teológica Latinoamericana fundamenta esta verdad en varios de sus escritos. Estos dos escritos son representativos de su pensamiento: C. René Padilla, ed. (2015). Bases bíblicas de la misión. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: Ediciones Kairós.; C. René Padilla. (2012). Misión integral. Ensayos sobre el Reino de Dios y la Iglesia. Buenos Aires: Ediciones Kairós. y C. René Padilla y Harold Segura C. (2006). Ser, hacer y decir. Bases bíblicas de la misión integral. Buenos Aires: Ediciones Kairós.

 

[4]N.T. Wright. (2014). Sencillamente Jesús. Una nueva vision de quién era, qué hizo y por qué es importante. Madrid: PPC. y N.T. Wright. (2015). Simply Good News: Why the Gospel Is Good News and What Makes It Good. New York: Harper One. 

 

[5]En 1994, historiador cristiano Mark A. Noll escribió su libro, El escándalo de la mente evangélica dejando evidencia del antiintelectualismo prevalente en la iglesia evangélica. Luego ofrece una cristología robusta que toma en cuenta la «vida de la mente». Mark A. Noll. (1994). The Scandal of the Evangelical Mind. Grand Rapids, MI: Eerdmans. y (2011). Jesus Christ and the Life of the Mind. Grand Rapids, MI: Eerdmans.

 

[6]Malcom Muggeridge. (1976). A Third Testament: A Modern Pilgrim Explores the Spiritual Wanderings of Augustine, Blake, Pascal, Tolstoy, Bonhoeffer, Kierkegaard, and Dostoevsky. Maryknoll, NY: Orbis Books.

 

[7]C.S. Lewis. (1969). An Experiment in Criticism. Cambridge: Cambridge University Press. y Leland Ryken, ed. (2002). The Christian Imagination: The Practie of Faith in Literature and Writing. Colorado Springs: WaterBrook Press. 

 

[8]Erudito del Antiguo Testamento, Brueggemann describe la naturaleza de los anuncios proféticos, tnato su carácter teológico y como literario. Walter Brueggemann. (1989). Finally Comes the Poet: Daring Speech for Proclamation. Minneapolis: Fortress Press.  

 

[9]Las Odas de Salomón fueron 42 composiciones musicales que formaron parte del himnario de la iglesia primitiva desde el siglo I hasta aproximademente 300 d.C. escritas originalmente en griego o siríaco. Cf. también la obra poética de los cristianos latinoamericano: Leopoldo Cervantes-Ortíz, ed. (2009). El salmo fugitivo. Antología de poesía religiosa latinoamericana. Barcelona: Editorial CLIE.

 

[10]Tomás de Kempis. La imitación de Cristo; Bernardo de Claraval. Tratado sobre el amor a Dios. Henri Nouwen. (2005). El camino del corazón. La espiritualidad del desierto y el ministerio contemporáneo. Buenos Aires: Editorial Guadalupe. Jean Vanier. (2011). La comunidad. Lugar del perdón y de la fiesta. Buenos Aires: Ágape Libros.; Eugene Peterson. (2011). Cómete este libro. Recibir lo que Dios revela. Miami: Editorial Patmos.

 

[11]Juliet Benner. (2011). Contemplative Vision: A Guide to Christian Art and Prayer. Downers Grove, IL: IVP Books. y Antonio Gascón. (1998). Arte para vivir y expresar la fe. Madrid: PPC. Thomas Merton era ateo durante su juventud. Fue a través de una serie de encuentros con el arte cristiano entre otras cosas que le llevaron a su conversión. Cf. Thomas Merton. (1950). La montaña de los siete círculos. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

 

[12]Un buen texto para comenzar a estudiar el mundo y la vida de Jesús: José Antonio Pagola. (2013). Jesús. Aproximación Histórica. Buenos Aires: PPC Cono Sur.

 

[13]«True discipleship, then, is the last adventure left to mortals.» R. Somerset Ward. (1994). To Jerusalem: Devotional Studies in Mystical Religion. Harrisburg, PA: Morehouse Publishing, 8.